Por: Profesora Lilian R. Daset, Ph.D
Una mañana de otoño Alejandrina se disponía a ir al parque, pero cuando llega a la puerta se pregunta a donde iba realmente, retrocede hacia la sala y queda mirando por la ventana mientras sus diálogos internos le llevan a dudar de su mente “de nuevo no sabes dónde vas” y queda ahí con su bolso y las llaves en su mano, sentada al borde del sofá, le invade la tristeza.
Alejandrina ha tenido varios de estos episodios y la están preocupando mucho, porque no logra recordar a veces cosas básicas piensa ella, como donde dejó el teléfono, las llaves, su bolso o quien llamó hace pocos minutos, sabe que habló con alguien, que la llamada le hizo bien, pero no logra recordar fácil quien era.
Cuando en la tarde debe buscar alguien que arregle el jardín no logra recordar el nombre del jardinero que ha venido tantas veces, queda atribulada y cada vez màs dudosa de lo que le està pasando. Preocupación.
En la noche la llama una antigua compañera del colegio y le comenta sobre un encuentro que hará su generación, comparten detalles e historias, pero no logró recordar el nombre de esta amiga. Ya no podrá ir a ningún lado, así no, se dice, en este estado. Gran tristeza.
Días después decide compartir estos pesares con una vecina de su edad y con quien tiene bastante confianza, vive sola como ella y recuerda vagamente que le comentó alguna vez que” en ocasiones andaba desmemoriada y le inquietaba y que vería un profesional”. Le invita a tomar el té y le cuenta lo que le ocurre. Su vecina la escucha atenta y toma cariñosamente su mano y le dice “no debes sufrir en soledad esto que te ocurre, es lo primero que me dijo la Psicóloga que me vio, eso así es màs doloroso”.
Beatriz, esta amable vecina, pasa a compartir su experiencia con el asesoramiento que està recibiendo y entonces le explica, pacientemente, algunas cosas que le fueron de gran utilidad y que son casi una guía de principios que decidió transcribir y colgó en la puerta de su heladera:
- No te abrumes por lo que te ocurre, aún nos queda tiempo para disfrutar
- Seguramente siempre encuentres lo que has perdido, es cuestión de paciencia
- Usa listas para las cosas que te parece indispensable, por ejemplo, los teléfonos de tus seres queridos, del jardinero, del que hace tareas de mantenimiento, de tu servicio de salud… y el mío. Anota sencillo pero concreto el nombre y el número y que hace o quién es esa persona.
- Cuando tienes que hacer cosas en serie, por ejemplo, cocinar algo, también puedes tener alguna breve lista que diga paso a paso que debes recordar, puedo ayudarte en esto. Sabes que logro hacer las buenas confituras que elogias gracias a ello y que tú me enseñaste, incluyo encender el horno y todos esos pasos y los voy tildando una vez los cumplo, pueden parecer tontos, pero en realidad ayudan tanto. Mi nietita me dijo, “que guay abuela, así puedo hacer yo también cosas ricas … me gustan tus listas, porque a veces me olvido de cosas y luego no me sale bien lo que quiero hacer”
- Piensa que en ocasiones no recuerdas algo puntual si te pones en ello rememora una emoción, como cuando me contaste que el llamado era de alguien que te hacía sentir bien, o viene a tu mente un tema musical o un perfume, eso también es parte de nuestros recuerdos y el solo hecho de que ocurra es tan bueno, que tengamos guardado ese repertorio de buenas cosas y que será el que nos traiga luego el recuerdo que buscamos, poco a poco.
Consulta a tu médico, ve con un Psicólogo, no te avergüences, hay ayudas que desconocemos y nos pueden hacer muy bien. Pero primero y principal, no temas, tu mente almacena más cosas de las que tienes referencia directa y muchas veces construye ideas que son como una postal donde todos los sentidos entran en juego, préstales atención.
Días después Alejandrina llevó una bandeja de confituras a Beatriz y le confesó “hacía casi un año que no las hacía porque siempre olvidaba algo, pero ahora, tengo mi lista y creo que esta vez vuelven a ser las que te gustaban”.
Nuestra psiquis es prodigiosa, puede justamente hacer este camino de pensarse a sí misma, reconocer patrones, organizarlos fuera y dentro de cada uno, evaluar dificultades e instrumentar algunos recursos de apoyo, esto es la maravilla de la Metacognición en la vida de las personas.
Comparte esta sencilla historia con personas que estén, como Alejandrina, padeciendo por sus olvidos.